El recuerdo de su familia, amigos y de la Cañadense
HOMENAJE AL MELLI SCALTRITI EN ADEO

La familia de Rubén Scaltriti y Adeo recordaron a querido entrenador, lamentablemente fallecido este año. En la foto, su mellizo Raúl y el presidente de la Cañadense Claudio Bragalenti. El abrazo de siempre a todos los que quieren y homenajean a este gran tipo y entrenador que la Federación supo tener como colaborador y DT campeón. Imperdible texto de Daniel Aliprandi. Fotos de Adeo TV.

SIN SACRIFICIO NO HAY VICTORIA

Ruben, el flaco, “el melli”… Por su nombre propio o por algunos de sus apodos que enunciábamos a la hora de llamarlo, de consultarlo, para la orientación y la sugerencia que siempre bienintencionada, él tenía para regalar y ayudar, a propios y extraños, y a nosotros en particular, para la conducción de nuestras hijas.

Porque Rubén fue un conductor nato. Tenía ese don que Dios le había regalado, con un talento que sobresalía y lo distinguía. Por momentos adquiría un rol protagónico con un perfil altísimo: se cargaba las responsabilidades en sus hombros y absorbía todo tipo de presiones. Por otros, parecía que ese rol se transformaba en secundario, y allí sobresalía su otra virtud: era cerebral, pensante, obsesivo en cada detalle organizativo, porque sostenía que la efectividad en los detalles eran los secretos del éxito. Esperaba con paciencia los tiempos de acción: era un estudioso y contemplativo. Ponía en práctica el valor que para él tenían los errores, ya que era un convencido que la experiencia se fortalecía cayéndose y levantándose, una y mil veces. Vaya si les hacía frente a las presiones…,  mostrándose respetuoso de los tiempos de todos, y buscando en el análisis y la autoreflexión los motivos que lo llevaran a ser empático y abierto, porque sabía que esas eran sus mejores herramientas, las que lo convirtieron en una persona de bien, humilde, noble, sincera.

Esa mezcla de características personales visibilizaba la necesidad de prestarle atención. Tal vez haya sido su carisma, su capacidad de comunicación, su amor al trabajo y a las pibas, a las que acompañó desde temprana edad: como niñas, adolescentes, jóvenes y adultas. En eso, muchos no vislumbraron que ese proceso de crecimiento era monitoreado minuciosamente por un formador de excelencia. Sin querer, aquellos actos involuntarios que todos tenemos depositaban en él una mirada reduccionista del entrenador que hoy, en figura “del melli”, quiero valorar y reivindicar.

Y aunque parezca tarde, no lo es, porque su legado continúa. Y si no, preguntemos la entidad que ha ganado su figura en todos los ámbitos de participación que incursionaba: en el club, en la ciudad, en la provincia, con las familias, con los dirigentes, con la gente en general, y no solo por sus matices deportivos: todo tiene que ver con su vida, y su manera tan particular de vivirla y entenderla en función de los demás. 

Hoy, a un tiempo de su partida, pienso en sus deseos y sus anhelos, que de haber estado ya los hubiese plasmado. El primer mensaje hubiese sido para sus jugadoras, entre tantas que han pasado por su conducción, pero principalmente, hacia aquellas que, como cada una de ustedes, integran las categorías del club que él tanto amaba: “el melli” plantó una semilla, y como aquel que pretende que toda planta crezca y dé frutos, su alegría sería mantener viva su memoria reproduciendo lo que su enseñanza tanto les dejó, en parte en la competencia, pero aún más en la réplica de los valores del deporte y de ésta disciplina que él tanto promovió. Verlas felices haciendo lo que les enseñó será su mayor alegría.

A los responsables de los distintos estamentos dirigenciales, para construir bajo fundamentos sólidos los proyectos sociales y deportivos, poniendo foco en los argumentos que tenía la lucha que Rubén llevó a cabo: la transmisión de los valores de la persona humana como pilar institucional de todo proyecto de club y de asociación, ya que en definitiva, las instituciones no son algo abstracto: están formadas por personas de carne y hueso, y que como “el melli”, dejaron huellas y principios a seguir que no deben ser olvidados, principalmente por aquellos que tienen la responsabilidad de conducir los destinos de las instituciones.

A nosotros, padres, para que pongamos en valor la vida de club y la práctica deportiva, junto a la formación de nuestros niños y jóvenes a partir de las premisas que “el melli” nos mostró: instar a que nuestras hijas valoren la práctica constante, la perseverancia, el respeto hacia uno mismo, hacia la compañera y el rival. Y que para nosotros la práctica deportiva que realizan nuestras hijas sea una parte más de su crecimiento y del desarrollo por el que atraviesan nuestros tesoros más preciados, proyectado hacia la vida misma, tal cual él lo pregonaba.

A sus amigos, a los cuales él tanto quería y apreciaba, para que en sus recuerdos siga manifestándose esa memoria activa de los valores de amistad, y que podamos percibir en cada uno de ustedes la nobleza y el espíritu de lucha que él a diario transmitía. Sepan que la ciudad lo está extrañando, y que son ustedes los responsables de mantener vivo su recuerdo, a partir de cada uno de esos momentos inolvidables que compartieron juntos. Se dice que nosotros, como personas, somos un poco los que ya no están; entonces ustedes son un poco él, y esto lo llevaran con dignidad por el resto de sus vidas.

Y finalmente, a su familia, sus hermanos y principalmente a Susana y Roberto. Que el espíritu de lucha incansable de Rubén, traducido permanentemente en su semblante y en el rostro a partir de su sonrisa y su mirada, sean motivos suficientes para mitigar, aunque sea en parte, su ausencia. Regálennos entonces, un poquito de esa mirada, permítannos hacer nuestros unos pocos gestos que él expresaba. Tan solo por unos segundos, y de prestado nada más, déjennos trasladar a nuestros rostros algunos dibujos de su sonrisa para que nuestro mundo, a partir de ese momento, sea un poquito mejor. Y que lo sintamos desde el instante mismo en que el sonido de la chicharra y el salto inicial marquen la continuidad de su lucha, esa lucha esperanzadora que fue de él, en singular, pero que ahora continúa, en plural, como si se hubiese colectivizado, porque se hizo nuestra, de todos, y está viva… Aquella lucha que ninguno de nosotros vamos a olvidar jamás.

 
 
 
 
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